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2 octubre 2009 5 02 /10 /octubre /2009 08:57
Lecturas de la liturgia
  • Primera Lectura: Baruc 1,15-22
    "Pecamos contra el Señor no haciéndole caso"

     

     

    Confesemos que el Señor, nuestro Dios, es justo, y a nosotros nos abruma hoy la vergüenza: a los judíos y vecinos de Jerusalén, a nuestros reyes y gobernantes, a nuestros sacerdotes y profetas y a nuestros padres; porque pecamos contra el Señor no haciéndole caso, desobedecimos al Señor, nuestro Dios, no siguiendo los mandatos que el Señor nos había dado. Desde el día en que el Señor sacó a nuestros padres de Egipto hasta hoy, no hemos hecho caso al Señor, nuestro Dios, hemos rehusado obedecerle. Por eso, nos persiguen ahora las desgracias y la maldición con que el Señor conminó a Moisés, su siervo, cuando sacó a nuestros padres de Egipto para darnos una tierra que mana leche y miel. No obedecimos al Señor, nuestro Dios, que nos hablaba por medio de sus enviados, los profetas; todos seguimos nuestros malos deseos, sirviendo a dioses ajenos y haciendo lo que el Señor, nuestro, Dios reprueba.

     

     

  • Salmo Responsorial: 78
    "Líbranos, Señor, por el honor de tu nombre"

     

     

    Dios mío, los gentiles han entrado en tu heredad, / han profanado tu santo templo, / han reducido Jerusalén a ruinas. / Echaron los cadáveres de tus siervos / en pasto a las aves del cielo, / y la carne de tus fieles / a las fieras de la tierra. R.

    Derramaron su sangre como agua / en torno a Jerusalén, / y nadie la enterraba. / Fuimos el escarnio de nuestros vecinos, / la irrisión y la burla de los que nos rodean. / ¿Hasta cuándo, Señor? / ¿Vas a estar siempre enojado? / ¿Arderá como fuego tu cólera? R.

    No recuerdes contra nosotros / las culpas de nuestros padres; / que tu compasión nos alcance pronto, / pues estamos agotados. R.

    Socórrenos, Dios, Salvador nuestro, / por el honor de tu nombre; / líbranos y perdona nuestros pecados / a causa de tu nombre. R.

     

     

  • Evangelio: Mateo 18,1-5,10
    "Quien se hiciere pequeño como este niñito, ese es el mayor en el reino de los cielos"

     

     

    En aquel tiempo, los discípulos se llegaron a Jesús y le preguntaron: "En conclusión, ¿quién es el mayor en el reino de los cielos?".
    Entonces, Él llamó a sí a un niño, lo puso en medio de ellos,
    y dijo: "En verdad, os digo, si no volviereis a ser como los niños, no entraréis en el reino de los cielos. 
    Quien se hiciere pequeño como este niñito, ese es el mayor en el reino de los cielos. 
    Y quien recibe en mi nombre a un niño como éste, a Mí me recibe".
    Guardaos de despreciar a uno solo de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente la faz de mi Padre celestial.

    Homilía para hoy, escucha:
    Mateo 18,1-5.10
    El Santo Rosario, oremos juntos:
    El Santo Rosario - Misterios Dolorosos

                                               Sabías que...
    En Lourdes y en Fátima, la Santísima Virgen mostró el rosario como instrumento de santificación y de salvación.

                                                Pensamiento

"Ángel de mi guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, hasta que me pongas en los brazos de Jesús, José y María"

        La misión de los ángeles

Dios es el Creador no sólo de todo el mundo visible, sino también de las "cosas invisibles", incluyendo la existencia de los ángeles, llamados a declararse en favor de Dios o contra Dios mediante un acto radical e irreversible de adhesión o de rechazo de su voluntad de salvación.

Según la Sagrada Escritura, los ángeles, en cuanto criaturas puramente espirituales, se presentan a la reflexión de nuestra mente como una especial realización de la "imagen de Dios", Espíritu perfectísimo, como Jesús recuerda a la mujer samaritana con las palabras; "Dios es espíritu" (Jn 4, 24). Los ángeles son, desde este punto de vista, las criaturas más cercanas al modelo divino.

El nombre que la Sagrada Escritura les atribuye indica que lo que más cuenta en la Revelación es la verdad sobre las tareas de los ángeles respecto a los hombres: ángel (angelus) quiere decir, en efecto, "mensajero". El término hebreo "malak", usado en el Antiguo Testamento, significa más propiamente "delegado" o "embajador". Los ángeles, criaturas espirituales, tienen función de mediación y de ministerio en las relaciones entre Dios y los hombres.

El Antiguo Testamento subraya sobre todo la especial participación de los ángeles en la celebración de la gloria que el Creador recibe como tributo de alabanza por parte del mundo creado. Los Salmos de modo especial se hacen intérpretes de esa voz (...)

El Nuevo Testamento puso de relieve las tareas de los ángeles respecto a la misión de Cristo como Mesías y, ante todo, con relación al misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, como constatamos en la narración de la anunciación del nacimiento de Juan el Bautista (cf. Lc 1, 11), de Cristo mismo (cf. Lc 1, 26), en las explicaciones y disposiciones dadas a María y José (cf. Lc 1, 30-37; Mt 1, 20-21), en las indicaciones dadas a los pastores la noche del Nacimiento del Señor (cf. Lc 2, 9-15), en la protección del Recién Nacido ante el peligro de la persecución de Herodes (cf. Mt 2, 13).

Más adelante los Evangelios hablan de la presencia de los ángeles durante el ayuno de Jesús en el desierto a lo largo de 40 días (cf. Mt 4, 11) y durante la oración en Getsemaní (cf. Lc 22, 43). Después de la Resurrección de Cristo será también un ángel, que se apareció en forma de un joven, quien dirá a las mujeres que habían acudido al sepulcro y estaban sorprendidas por el hecho de encontrarlo vacío: "No os asustéis. Buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado; ha resucitado, no está aquí... Pero id a decir a sus discípulos..." (Mc 16, 6-7). María Magdalena, que se ve privilegiada por una aparición personal de Jesús, ve también a dos ángeles (Jn 20, 12-17; cf. también Lc 24, 4). Los ángeles "se presentan" a los Apóstoles después de la desaparición de Cristo para decirles: "Hombres de Galilea, ¿qué estáis mirando al Cielo? Ese Jesús que ha sido arrebatado de entre vosotros al Cielo, vendrá como le habéis visto ir al Cielo" (Act 1, 11). Son los ángeles de la vida, de la pasión y de la gloria de Cristo. Los ángeles de Aquel que, como escribe San Pedro, "está a la diestra de Dios, después de haber ido al Cielo, una vez sometidos a Él ángeles, potestades y poderes" (1 Pe 3, 22).

Y si pasamos a la nueva venida de Cristo, es decir, a la "parusía", hallamos que todos los sinópticos hacen notar que "el Hijo del hombre... vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles" (así Mc 8, 38, Mt 16, 27 y Mt 25, 31, en la descripción del juicio final; y Lc 9, 26; cf. también San Pablo, 2 Tes 1, 7).

Se puede, por tanto, decir que los ángeles, como espíritus puros, no sólo participan en el modo que les es propio de la santidad del mismo Dios, sino que en los momentos clave, rodean a Cristo y lo acompañan en el cumplimiento de su misión salvífica respecto a los hombres. De igual modo también toda la Tradición y el Magisterio ordinario de la Iglesia ha atribuido a lo largo de los siglos a los ángeles este carácter particular y esta función de ministerio mesiánico.

Juan Pablo II
Audiencia General . Miércoles 30 de julio de 1986

 
                                                            
                                                                         El Canal del Vaticano

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